Tu pelo, ligeramente rojizo, bajo el atardecer, parece arder, mientras todo esto..., vuelve a empezar. A penas no queda nada verde y las hojas secas han cubierto el lago, de nuevo. Ahora que estamos aquí sentados, mirando como crece la nueva estación: como pinta el bosque con sus colores y como va dejando el cielo terracota. Justo ahora, quiero que me mires. Que, de una vez por todas, te fijes en mí. Quiero que lo olvides todo y que busques mi mano. Cógela y ya no la sueltes. Justo ahora, en este mismo instante, acércate a mí y hagamos que nuestros labios ardan también cuando, lentamente y con suavidad, me beses.
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