viernes, 1 de noviembre de 2013

Left Behind by Phatpuppyart-Studios on deviantART


Y yo lo miraba una y otra vez... como si el tiempo se hubiera detenido, como si no existiera nadie más, como si no hubiera mañana. Y lo miraba bien. De arriba a abajo, de abajo a arriba. Cada centímetro de su cuerpo, cada milímetro de su piel. Como si temiera olvidarle, como si se fuera a ir, como si estuviera soñando. Y entonces yo sonreía sin más y él, dejaba ir una carcajada fugaz. Y lo tenía allá delante. Por mí  y para mí. Dispuesto a todo, más seguro que nunca. Y empezaba a recordar como empezó, como fue duro pensar que no se había fijado en mí, como dolía creer que no quería empezar de nuevo, como me costaba imaginar que jamás sería mío. Pero aun así, yo parpadeaba y parpadeaba... y le sonreía, y él reía y dejaba ir un suspiro..., y yo lo miraba una y otra vez... como si hubiéramos decidido parar el tiempo,como si solo existiéramos nosotros dos, como si el mañana fuera solo nuestro. 


de: Diego de Vicente; periodista deportivo


...Tu forma de escribir denota y muestra 




Es realmente difícil que entiendan como nos sentimos ahora mismo. Con esa presión constante, esas palabras de orgullo y todos los nervios que se acumulan. Es realmente difícil que entiendan que cada vez nos cuesta más mantener la cabeza alta, mirar al frente y no desviarnos. Y es que, las ganas de gritar van en aumento. Esas ganas locas que, cada uno de nosotros guarda, muy adentro. Esas ganas incontenibles que inevitablemente, pueden estallar, en cualquier momento. Por eso, a escondidas, tú y yo, a veces, nos vemos. Y cuando nadie nos mira dejamos ir nuestros aullidos. Las emociones que callamos, los llantos que derramamos. Y, aun así, nos controlamos. Y a pesar de todo seguimos avanzando. Pero, es realmente difícil que entiendan como nos sentimos ahora mismo. Con esa presión constante, esas palabras de orgullo y todos los nervios que se acumulan. Y es que, en realidad, estamos temblando. Muertos de miedo. Inocentes, con el corazón latiendo acelerado y esas ganas locas que delatan nuestra furia, nuestros susurros más intensos, nuestros últimos suspiros.

Monólogo arte drmático. Por: Rosella Espinós




¿Por qué ya no me miras? ¿Es que ya no me quieres? Es eso, ¿verdad? Ya no me quieres... Entonces he de irme de aquí. Dejar de hacerte la cama y de acariciarte el pelo por las mañanas. ¿Por qué ya no me miras? ¿Es qué ya no te gusto? Es eso, ¿verdad? Ya no te gusto... Podrías haberme avisado antes y me hubiera comprado un abrigo más grueso para el invierno y unas bufandas nuevas y unos guantes altos... Sí, sé que de dinero nunca fuimos bien pero entiéndelo que, el invierno que se aproxima será más frío si no tienes a quién abrazar. ¿Por qué ya no me miras? Bueno, no pasa nada. No tienes porque preocuparte, poco a poco me haré a la idea de no tenerte en  Navidad. ¿Sabes? Recuerdo cómo fueron las últimas. Yo con mi gorro de lana verde y tú con el jersey azul que tanto odias y que yo te hacía poner porque era suave y olía tan bien... Y aquella tarde que llovía tanto. Y aparecí corriendo en la estación, buscándote. Y tú me esperabas temblando, muerto de frío. Con las mejillas sonrosadas y la punta de la nariz helada. Y al llegar a casa encendiste la chimeneas y, mientras las llamas bailaban y todo ardía, tus labios aun mantenían ese color rojizo que diciembre te había pintado... ¿Por qué ya no me escuchas? ¿Es qué ya no te importo? Es eso, ¿verdad? Ya no te importo... Pues podrías haberme dado una señal y no llegar a esto, así, sin más. Pero no te culpo... Es difícil querer a alguien como yo. Tan insegura, tan desastre y tan mal cocinera. Pero te prometo que lo he intentado. Y lo sabes... ¡Joder! ¡Joder! Yo lo he dado todo... ¿Por qué ya no me hablas? ¿Es qué ya no soy nada? Es eso, ¿verdad? Ya no soy nada para ti. Entonces puedes tragarte tus palabras. Trágate tus gilipolleces, tus tonterías, tus promesas... todas esas mierdas. Ahora quiero que me  mires. Mírame y que te duela. Sé que te duele. Mírame, quiero darte pena. Mírame mientras lloro, mientras me arrastro y me lamento. Que idiota... ¿Por qué ya no me miras? ¿Es qué ya no me quieres? Es eso ¿verdad? Ya no me quieres... Entonces he de irme de aquí

viernes, 17 de mayo de 2013


Lo admito. Y no me molesta. Que, tengo defectos. Que, tengo manías. Tengo gustos y rarezas. Imperfecciones y, cosas que no gustan a cualquiera. Y lo admito, y no, no me molesta. Puedo deciros que, siempre como y ceno sola. Que no me duermo sin leer antes y que no cierro los ojos sin tener la puerta abierta. Debo decir que aun no me he acostumbrado a seguir mi vida sin ciertas e imprescindibles personas. Que siempre, antes de escoger un libro, leo la primera y la última frase. Y que me encanta el queso. Todos los quesos, me encantan. Que odio que me organicen la vida, que me digan lo que tengo que hacer y que me infravaloren. Odio sentir que pierdo el tiempo, odio las injusticias, la impotencia y no saber hacer una tortilla. Que solo amo el verano porqué me siento libre. Por sus noches infinitas, los helados de strachatella, esos atardeceres incontables con el ocaso reflejado en la piscina y, restregarme en la arena de la playa. Que me chifla mojar la cuchara en la leche y luego meterla en el cola-cao en polvo. Me vuelven loca las revoluciones, el pan con mayonesa y el color verde. Y que pienso conservar eternamente mi casa de campo. Pero, sobretodo, por el olor que desprenden los jardines después de la lluvia. Por eso, y por los recuerdos que me trae. Además, me apasiona el teatro, los mofletes de mi hermana y sentirme realizada. No me gusta cuando se valora más lo malo que lo bueno, ni la gente que se cree que lo hace todo bien y mejor que nadie, ni tampoco el olor a pies de la sala de juegos del McDonald's. Que admito que siempre me dejo las puertas de los armarios abiertas y que no siempre soy puntual. Reconozco que, aun así, soy demasiado perfeccionista y exigente conmigo misma. Y que soy feliz cuando vivo nuevas experiencias, cuando voy a lugares nuevos.Que me irrita que la gente no se aprenda mi nombre a la primera y me toque repetirlo. Y que agradezco los días que se salen de la irritable rutina. Debo deciros que me pone rabiosísima que nunca me coincidan los botones de mi chaqueta con los agujeritos. Y que me importa, quizá más de lo que debería, lo que piensen de mí. Y, finalmente, pero no menos importante, adoro... escribir. Escribir todo, sobre todo, en todo... simplemente escribir. 










Un corazón salvaje... nunca se rompe.







Cuando por fin crees, caes. Cuando al fin confías, te fallan, te hieren. Cuando quieres aferrarte a algo, a alguien...se va. Muy lejos de ti. 
Te cuesta abrir los ojos. No quieres verlo, no quieres darte cuenta de que, de nuevo, otra vez, te han dejado sola. 
Nadie te avisó, nadie te había advertido de que la vida estaba llena de improvistos.
De idas y venidas.
De subidas y bajadas.
Pero poco a poco aprendes. Y, poco a poco, aceptas y cedes antes la opción de que, no todo, sea tan perfecto, tan ideal.
La perfección es efímera. Lo ideal es irreal. Y, las verdades... duelen.
Es así como te juras y te prometes que no dejaras ir, volando, más pétalos al viento. No malgastarás más instantes en cosas, acciones, personas superfluas.
Y, tendrás claro que, a pesar de ser primavera, siempre estarás al tanto, de cualquier camino de lágrimas.