sábado, 9 de febrero de 2013

Las amapolas, de Monet .



:)


Dejó de existir el tiempo que, conmovido, se paró de pronto. Con un golpe seco y firme. Y entonces, tan solo había un pintor frente a su lienzo. Y una paleta llena de colores, un cielo azul añil a lo lejos y un campo de amapolas que se cernía más allá del horizonte. El pintor empuñó su pincel y con una especie de vaivén, comenzó a hacerlo bailar sobre el fondo blanco. Sobre él, los colores brotaban. Mezclándose, creando..., impresionando. Una especie de magia se entrelazaba entre los tonos del color de la sangre. Y es que tras aquella obra de arte, que nacía paulatinamente, se escondía uno de los mayores secretos. El de como hacer un instante... eterno.




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