Él, que asustaba a todo el mundo con su pálido esqueleto y sus dientes afilados. Él, al que todos llamaban el Rey del Mal. Él, que en tantas noches hizo temblar hasta a la luna... en lo más profundo de aquellos dos agujeros abismales que tenía como ojos... guardaba, todavía en silencio, su mayor miedo.
Y no era otra sino ella... la que lo enloquecía. La que le hacía perder la cabeza. Con su largo cabello y esa mirada triste y a la vez tan intensa. Ella, la única que podía hacerle sentir que su corazón volvía a palpitar en el pecho.
Era realmente curioso, cómo el amor espantaba al más temido, cómo confundía al más seguro, cómo hacía sentir el miedo al más valiente... pero aún así él abría y cerraba los ojos, por si acaso al abrirlos ella, estaba allí, dispuesta a hacerlo temblar de nuevo.
Es que él sabia amar, sabe amar... se siente querido tanto por ella como por cientos de personas. Ese cuerpo delgado y desgarbado sabe llegar al corazón de la gente, de los niños hasta de los que nunca le entendieron y ahora... encuentran en el algo maravilloso. Porque Jack solo hay uno, paciente, distante, enigmático... pero a la misma vez, ansioso, cercano, maravilloso.
ResponderEliminarY ella..., lo sabía. Sabía mejor que nadie que Jack era increíble, maravilloso, inigualable. Veía en él algo que los demás no podían ver. Algo que la inundaba por dentro, que la hacía sentirse única con tan solo mirarlo. Cada noche... bajo el resguardo de la gigantesca luna amarilla, ella, suspiraba y se preguntaba en silencio si Jack... podría amarla.
ResponderEliminar